El Freedom Ride Migrante - NYT

 

La noche del domingo o el lunes temprano, alrededor de tres docenas de personas están planeando emprender un viaje de autobús de seis semanas a través del oscuro terreno de la política migratoria estadounidense. Su viaje empieza, justamente, en el desierto de Arizona, capital nacional de leyes anti-inmigrantes y de opresión policial. 

Atravesará otros estados donde las leyes y políticas fallidas obligan a los inmigrantes a trabajar fuera de la ley - Nuevo México, Colorado, Texas, Luisiana, Alabama, Georgia y Tennessee – y terminará en Carolina del Norte durante la Convención Nacional Democrática.
 
Allí, los viajeros planean entregar un mensaje desafiante a un presidente que tiene la esperanza de mantenerse en la presidencia con una ola de apoyo latino que ellos creen no ha ganado.
 
Hay algo muy diferente acerca de esta protesta en particular. Muchos de los que planean viajar en el autobús son indocumentados y - por primera vez - no tienen miedo de decirlo. Los inmigrantes que temen arresto y deportación por lo general buscan el anonimato. Estos viajeros, cansados ​
de vivir en las sombras y frustrados por la falta de progreso hacia la reforma, le dirán a las autoridades federales y la policía local: Aquí están nuestros nombres. Este es nuestro plan. Si nos quieres, vengan a buscarnos.
 
La energía de este viaje audaz, llamado el "UndocuBus", comenzó a construirse el pasado martes en la Corte Federal en el centro de Phoenix. Ese día, el adversario de los inmigrantes, el alguacil Joe Arpaio, estaba en el juicio testificando sobre la larga historia de practicas policiales
discriminatorias y de perfil racial de su departamento. En la calle, el resplandor del mediodía en el pavimento cegaba. Cuatro inmigrantes sin documentos - Leticia Ramírez, Miguel Guerra, Cruz Meraz y Natally Isela – se sentaron a bloquear el tráfico en espera de ser arrestados. Fueron
esposados y escoltados para pasar la noche en la cárcel de ladrillo rojo del Sheriff Arpaio en la Cuarta Avenida.
 
Su desobediencia civil no debería haber sido necesaria. Las esperanzas de reforma eran altas en el 2006, año de enormes marchas pacíficas pro-inmigrantes en ciudades de todo el país, después de lo cual el Congreso desatendió la reforma integral que contaba con fuerte apoyo bipartidista.
 
Pero los republicanos mataron el proyecto de ley, y los años de inactividad que siguieron aplastaron las esperanzas de los inmigrantes, mientras se reforzaba el quebrantado status-quo - en beneficio de los vigilantes de la frontera, la industria de prisiones privatizadas, el aparato hinchado del Departamento de Seguridad Nacional y los ideólogos de extrema derecha que comenzaron la siembra de leyes neo-nativistas en las legislaturas de todo el país, comenzando en Arizona.
 
El alguacil Sheriff Arpaio se dio cuenta que demonizar a los indocumentados era una herramienta política poderosa: Habiendo tenido antes una política migratoria moderada, se redefine como un implacable cazador de “illegal aliens” (extranjeros ilegales). Con los poderes federales otorgados por el Departamento de Seguridad Nacional, pasó años realizando "patrullas de saturación" en los barrios latinos del Condado de Maricopa, abusando y aterrorizando a las personas con piel de color café.
 
Durante todo este tiempo, mientras se rompían promesas y las reformas no iban a ningún lado, mientras el Presidente Obama arreció las deportaciones a niveles récord y mientras los republicanos intensificaron sus ataques; los inmigrantes adoptaron un bajo perfil. Pero entonces,
grupos de estudiantes, que trabajan fuera de los canales regulares de defensa de los inmigrantes, con valentía "salieron" como indocumentados y exigieron justicia - y obtuvieron del Sr. Obama la promesa de no deportarlos.
 
Un puñado más de inmigrantes han optado por salir de las sombras. Es imposible determinar cuántos de los 10 a 12 millones se atrevan a hacer lo mismo. Y mientras todos y cada uno de ellos merecen una oportunidad para estar bien con la ley, un viaje desafiante en autobús bien puede
parecer un viaje sin rumbo, dado el estado lamentable del Congreso y de las bajas probabilidades de una reforma migratoria.
 
Pero este pequeño grupo ya ha ganado una importante victoria, ha vencido el miedo. La semana pasada, la estrecha oficina de Puente Arizona, Phoenix, la organización detrás del "UndocuBus", mantuvo voluntarios ocupados actualizando calendarios de trabajo y haciendo llamadas. 
 
Hicieron máscaras de papel maché, carteles de serigrafía y decoraron cubetas de plástico para tamborear. Había trabajo que hacer; empacar las maletas y un bus que pintar. El sábado fue el día de la marcha, el domingo será para la reunión en un parque de la ciudad, para comer, cantar y
decir adiós. Después de eso, el autobús echa su andar.
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